
Fumar perjudica a tu entorno
No es un secreto que el humo del tabaco contiene sustancias tóxicas que no solo perjudican a quien fuma, sino también a quienes le rodean, especialmente cuando se trata de personas consideradas vulnerables.
Cada año, 1,2 millones de personas mueren por exposición al humo de tabaco ajeno. De estos, 65.000 son niños. Casi la mitad de los niños respiran aire contaminado por humo de tabaco, incrementando su riesgo a sufrir consecuencias graves para la salud, como informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).[1]
Los niños, las personas mayores y quienes padecen enfermedades respiratorias como la EPOC, el asma o la fibrosis pulmonar son especialmente sensibles al humo del tabaco. Vivir con alguien que fuma puede tener consecuencias muy graves para su salud. Por ello, es esencial comprender los riesgos del humo de segunda y tercera mano y cómo actuar para proteger a las personas más vulnerables.
El humo de segunda y tercera mano
Cuando hablamos del humo del tabaco, nos referimos a varios tipos de exposición:
- Humo de primera mano. El que inhala directamente la persona que fuma.
- Humo de segunda mano. Es el humo que respiran quienes están cerca de una persona que está fumando. Proviene del “extremo quemado” de un cigarrillo o de la exhalación de los fumadores.
- Humo de tercera mano. Es el tabaco invisible cuyos residuos tóxicos impregnan el medio ambiente y pueden permanecer en las superficies meses después de haber apagado el cigarrillo.
El humo de segunda mano contiene más de 50 sustancias carcinógenas [2]. Lo cierto es que el humo que proviene del extremo quemado del cigarrillo contiene más toxinas que el humo inhalado por el fumador.[3]
Como afirman varios estudios, una persona que respira humo de segunda mano está expuesta al mismo alquitrán, nicotina, cianuro, formaldehído, arsénico, amoníaco, metano, monóxido de carbono y otras sustancias cancerígenas que la persona fumadora. [3]
Por otro lado, el humo de tercera mano contiene más de 250 productos químicos que incluyen nicotina y sustancias carcinógenas como formaldehído y naftaleno.[4]
No existe un nivel seguro de exposición al humo del tabaco. Incluso exposiciones breves pueden ser perjudiciales, especialmente en personas con enfermedades respiratorias o en desarrollo, como los niños.
Las personas más vulnerables al tabaco
El humo del tabaco afecta a todos, pero hay grupos de personas especialmente sensibles:
Niños y bebés
La Organización Mundial de la Salud estima que 165.000 niños mueren antes de cumplir 5 años por infecciones de las vías respiratorias inferiores causadas por el humo de tabaco ajeno.[5]
Los niños tienen las vías respiratorias, pulmones y sistemas inmunitarios más pequeños y en desarrollo. Por ello son más vulnerables al humo ajeno. [6]
Los niños que están expuestos al humo ajeno tienen mayor probabilidad de desarrollar: [6]
- Asma
- Infecciones respiratorias, como neumonía y bronquitis
- Infecciones
- Alergias [6]
- Meningitis
- Otitis
- Aumentar el riesgo de muerte súbita del lactante.[7]
En la edad adulta, los niños expuestos al humo ajeno tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares crónicas como EPOC.[6]
Personas con EPOC, asma o enfermedades respiratorias crónicas
El humo ajeno agrava los síntomas respiratorios, provoca más crisis de asma y aumenta el riesgo de infecciones respiratorias.[8]
Se considera que fumar tabaco y la exposición al humo ajeno son las principales causas de EPOC. En personas que ya han desarrollado esta afección, puede provocar exacerbaciones frecuentes, hospitalizaciones y empeoramiento acelerado de la función pulmonar.[9]
Personas mayores
Con mayor frecuencia, las personas mayores padecen enfermedades cardíacas y pulmonares que pueden agravarse por la exposición al humo del tabaco.
Los estudios calculan que el humo de segunda mano aumenta el riesgo de tener un accidente cerebrovascular en un 20 a 30 %.[10]
Por otro lado, las personas mayores pueden tener menor capacidad de eliminar toxinas del cuerpo. Esto también podría aumentar el impacto negativo del humo en el organismo.
Embarazadas
Fumar o estar expuesta al humo puede afectar al desarrollo del feto, aumentando el riesgo de bajo peso al nacer, parto prematuro y problemas respiratorios en el bebé.[6]
Recomendaciones para un hogar libre de humo
El humo del tabaco se desplaza por el aire y puede permanecer en suspensión durante horas. Además, los residuos del humo de tercera mano se quedan impregnados en paredes, muebles, tejidos e incluso en la piel y el pelo de quien fuma durante semanas o meses. [3][4]
Fumar en otra habitación, con la ventana abierta o cuando no hay nadie cerca no elimina el riesgo. Además, es difícil eliminarlo con la limpieza doméstica habitual.
La única forma de proteger completamente a las personas no fumadoras es mantener el hogar libre de humo de tabaco.
Si tú o alguien de tu familia fuma, seguir estos pasos puede marcar una gran diferencia para la salud de todos:
1. Establece una norma clara: en casa no se fuma
- Comunica la decisión a todos los miembros del hogar y visitas.
- Busca un lugar en el exterior, lejos de puertas y ventanas, si alguien necesita fumar.
2. Ventila, pero recuerda que no es suficiente
Abrir ventanas o usar purificadores de aire puede reducir el olor, pero no elimina las sustancias tóxicas del humo de segunda y tercera mano.
3. Lava regularmente cortinas, alfombras y textiles
Para reducir el impacto del humo de tercera mano en las superficies.
4. Evita fumar en el coche
El interior de un coche concentra los contaminantes rápidamente, incluso con las ventanas bajadas.
5. Da pasos para dejar de fumar
Si alguien en casa quiere dejar de fumar, anímale a que lo haga. En el apartado Sin Humo, podrá acceder a múltiples recursos para dejarlo. Si es necesario, puede considerar la búsqueda de ayuda profesional. Muchos centros de salud públicos ofrecen programas gratuitos o con apoyo farmacológico.
6. Involucra a toda la familia
Hablar en familia sobre los riesgos del humo del tabaco puede ser un primer paso para generar cambios. Los niños pueden ser grandes aliados a la hora de recordar que la casa es un espacio libre de humo, y también puede ser motivador para quien fuma ver el impacto positivo de sus decisiones en las personas que más quiere.
Proteger a las personas más vulnerables del humo del tabaco es una responsabilidad compartida. Si tienes familiares con enfermedades respiratorias, niños o mayores en casa, tomar medidas para mantener un entorno sin humo es una forma directa de cuidar su salud y su calidad de vida.
Fumar fuera del hogar, dejar el tabaco o buscar ayuda profesional son pasos que no solo benefician al fumador, sino que también permiten cuidar a las personas de su entorno.
La información proporcionada en este artículo no reemplaza, sino que complementa la relación entre el profesional de salud y su paciente o visitante. En caso de duda, debes consultar con tu profesional de salud de referencia.
[2] U.S. Department of Health and Human Services. The Health Consequences of Involuntary Exposure to Tobacco Smoke: A Report of the Surgeon General (2006). Enlace
[3] American Thoracic Society. ¿Qué es el humo de segunda y tercera mano? Enlace
[4] Ebbert, J.O. Mayo Clinic. Quit Smoking (2025). Enlace
[5] Organización Mundial de la Salud (OMS).Formas en que el tabaco pone en peligro la salud pulmonar de las personas de todo el mundo. Enlace
[6] NHS. Passive Smoking. Enlace
[7] Centers for Disease Control and Prevention (CDC) How can we protect our children from secondhand smoke? Enlace
[8] Centers for Disease Control and Prevention (CDC) El humo de segunda mano y el asma. Enlace
[9] Centers for Disease Control and Prevention (CDC) El tabaquismo y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Enlace
[10] Centers for Disease Control and Prevention (CDC) El tabaquismo y las enfermedades cardiacas, los accidentes cerebrovasculares y la enfermedad arterial periférica. Enlace